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La UBA en el camino de la deconstrucción

La Universidad de Buenos Aires conmemora el Día Internacional de la Mujer y acompaña la lucha de todas las mujeres en cada uno de los ámbitos de la vida, así como en la búsqueda de mayor participación, equidad e igualdad de oportunidades. 

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La UBA inició hace años, un camino de deconstrucción y en la actualidad cuenta con cuatro decanas mujeres: Marcela Gally, de la Facultad de Agronomía; Carolina Mera, de Ciencias Sociales; Cristina Arranz, de Farmacia y Bioquímica y Graciela Morgade, de Filosofía y Letras. También son parte de la gestión actual la Licenciada María Catalina Nosiglia, al frente de la secretaría de Asuntos Académicos y la Licenciada Paula Quattrocchi, en la secretaría de Relaciones Institucionales, Cultura y Comunicación. 

En el mismo sentido, por primera vez en la historia de los dos colegios de educación media más antiguos de la UBA, dos mujeres estarán conduciendo sendas rectorías por los próximos cuatro años. En el Colegio Nacional de Buenos Aires, asumió recientemente la profesora Valeria Bergman y en la Escuela Nacional de Comercio “Carlos Pellegrini”, la profesora Ana Barral. Si bien por el Nacional ya había pasado una mujer como rectora, la actualidad de los colegios y sus dirigentes mujeres, parece revelar una realidad política, social y cultural de una institución que responde a las demandas de sus actores. 

Mujeres entre hombres 

Según datos de la Unesco, menos del 30% de investigadores científicos en el mundo son mujeres. En nuestro país, menos del 40% de los cargos de investigadora principal y apenas el 25% de investigadora superior del Conicet está ocupado por mujeres, según datos publicados por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, a partir de una investigación de Inés Pérez (2016). 

Al observar los números que componen la UBA en todos sus claustros, son cientos de mujeres que en número superan con creces al número de varones; sin embargo, en los ámbitos de poder, los números se invierten. 

La Licenciada Catalina Nosiglia, tiene vasta experiencia en su cargo como secretaria de asuntos académicos en la UBA y da cuenta de una realidad que aún hoy se repite: “siempre me tocó desarrollar mi profesión en espacios con amplias mayorías masculinas, por lo que considero un logro que cada vez puedan ser más las mujeres que accedan a cargos del nivel más alto tanto en la docencia como en la gestión de la universidad. A medida que las mujeres estemos más representadas en esos espacios, otras más jóvenes podrán imaginarse en el futuro desempeñando un conjunto de actividades y trabajos antes reservados sólo hombres”. 

Claro que para Nosiglia, el desafío de cambiar esta realidad no es excluyente de este ámbito: “La problemática acerca de la discriminación, la violencia, la desigualdad y la vulnerabilidad que sufren las mujeres no deja de impactar en nuestros sentidos e interpelar nuestro pensamiento”, y completa: “Todavía las mujeres somos mayoría entre los pobres, entre quienes padecen problemas de salud, entre los que afrontan problemas laborales y la lista podría ampliarse. Esto lo sabemos desde hace mucho tiempo y creemos que es el momento de poner en práctica todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para modificar esta realidad. Visibilizar esta problemática es fundamental y por eso, en una fecha como el 8 de marzo, es importante tomarse el tiempo para reflexionar acerca de lo que fuimos consiguiendo y lo que aún falta recorrer hasta revertir esta situación desigual”. 

La decana Cristina Arranz coincide en que “estamos viviendo una época histórica en la cual las mujeres tienen la oportunidad de emprender y de tomar posiciones de liderazgo impensables en otros tiempos”. En su caso, aclara que no sintió que ser mujer fuese una barrera para avanzar en su carrera, aunque aclaró que otras mujeres lo sufren y que “es cierto que  en algún momento el hecho de ser hombre era una ventaja para ocupar los cargos más altos ya sea académicos como de gestión en la Universidad. Ninguno es más inteligente o intelectualmente superior, todos tienen estilos y actitudes diferentes a la hora de entender los problemas o cuestiones”. 

También Arranz sabe de la responsabilidad que implica su cargo y su género: “Hoy soy decana, con una importante historia de mujeres que ocuparon esta  posición en mi Facultad, y continúo investigando y enseñando. Me gustaría dar el ejemplo a las nuevas generaciones de mujeres y mostrar con mi trabajo lo que una mujer es capaz de dar y hacer cuando se lo propone”. 

La secretaria Paula Quattrocchi, también se expresó en el mismo sentido: “A las mujeres nos ha resultado y aún hoy nos resulta difícil acceder a determinados espacios ya que muchos de ellos están naturalizados culturalmente como espacios propios para varones. Personalmente pienso que las mujeres que logramos acceder a determinados lugares de poder tenemos la responsabilidad de deconstruir esa naturalización abriendo puertas para que más mujeres accedan a lugares de gestión”. 

La decana Carolina Mera coincide en que la Universidad no es ajena a lo que sucede a nivel global: las desigualdades y violencias de género atraviesan a toda la sociedad: “En la UBA se reproduce lo que sucede en otros espacios. Un ejemplo de ello es que de las y los trece decanos y decanas de esta universidad, sólo cuatro somos mujeres. Y eso no se debe a que nos falta formación, capacidad de gestión o conducción política sino a que las lógicas machistas que habitan en el sistema universitario son muy fuertes aún. Por eso la responsabilidad de ser la primera decana mujer de la Facultad de Ciencias Sociales es muy grande. No sólo por la agenda que podemos impulsar desde la gestión sino por lo que esto significa para las próximas generaciones que quieran hacer política universitaria”. 

En este camino de deconstrucción, la Universidad de Buenos Aires como institución ha venido trabajando en la concientización y capacitación de sus docentes y nodocentes sobre género. La Secretaría de Asuntos Académicos, con el asesoramiento y la colaboración del Instituto Interdisciplinario de Género de la Facultad de Filosofía y Letras y el apoyo y la participación conjunta de la Asociación de Personal de la UBA (APUBA) llevaron adelante cursos virtuales y actividades relacionadas con la problemática y las demandas de género. 

Esta propuesta de formación surgió luego de que la Universidad aprobara de manera unánime en el Consejo Superior la creación de un “Protocolo de acción institucional para la prevención e intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u orientación sexual”, -Resolución (CS) Nº 4043/2015- que entre sus objetivos se propone “garantizar en la Universidad un ambiente libre de discriminación de cualquier tipo y de hostigamiento y violencia por razones de identidad sexual, de género, clase, etnia, nacionalidad o religiosa, promoviendo condiciones de igualdad y equidad” y “adoptar medidas de prevención como principal método de combatir este tipo de acciones”. Por otro lado, también se aprobó en el Consejo Superior y se firmó un convenio marco con el Consejo Nacional de las Mujeres -hoy Instituto-, para implementar acciones conjuntas entre ambos organismos. 

En el caso de la Asociación de Personal de la UBA, se viene trabajando sobre la temática de igualdad de género y se ha logrado, entre otros aspectos: aplicar y cumplir el cupo sindical del 30% en la composición de listas de representación; el aumento de la licencia por maternidad y paternidad; la intervención en las currículas de tecnicaturas que dependen del Instituto Superior Facultar, sobre perspectiva de género como materia obligatoria y se están adecuando distintos espacios en los edificios de Rectorado y Consejo Superior, adaptándolos a lactarios. 

Según Carolina Mera, “el feminismo se expandió en el sistema universitario como nunca antes y eso es una gran oportunidad. Lo que sucede en las calles, en donde nuestras estudiantes son grandes protagonistas, es un gran impulso para este trabajo. Tenemos que ocupar estos lugares y transformar la universidad desde adentro”. 

La participación femenina en la UBA 

La decana de la Facultad de Filosofía y Letras, Licenciada Graciela Morgade, que ya va por su segundo mandato al frente de la unidad académica afirma que: “La participación femenina en la actualidad se realiza de  manera cada vez más protagónica cuantitativa y cualitativamente, existiendo herramientas claves como la ley de cupo o las leyes de “paridad”, que fueron clave en esta incorporación a “la política” como profesión”. 

En este sentido, un buen ejemplo parece ser la Facultad de Agronomía de la UBA, una facultad que histórica y culturalmente fue de hombres para hombres y está cambiando. “Por muchos años se mantuvo el concepto masculino de la profesión, y aún persiste en algunos ámbitos. Sin embargo,  la diversificación de la oferta académica de la FAUBA, los avances tecnológicos y científicos que han multiplicado las posibilidades de trabajo de las y los agrónomos, y por sobre todas las cosas la ruptura del encasillamiento de la mujer en determinadas ocupaciones y profesiones, han contribuido a transformar esa situación” aclara la decana Marcela Gally”.

Hoy, si bien la mayoría de los estudiantes de la Facultad siguen siendo varones, más del 30% del estudiantado de la FAUBA son mujeres, y la participación de la mujer en el claustro docente es superior al 50%. A su vez, el número de trabajadoras mujeres es mayor al de varones y el 60% de las autoridades de la Facultad son mujeres, empezando por la decana y la vice.

Gally aclara que “Sin embargo, hasta 2018 nunca una mujer ejerció como Decana. Las mujeres, en la educación  superior como en todos los ámbitos, pasamos de ser observadoras del escenario político y de gestión a protagonizarlo, al punto de llegar a conducir Facultades de la Universidad de Buenos Aires, aún aquellas en las que se imparten carreras "masculinas".

Graciela Morgade, quien además de decana es profesora especialista en género, y a cargo del Seminario Educación, género y sexualidades del Departamento de Ciencias de la Educación, analiza que “si nos detenernos en la dimensión del poder formal, los datos cuantitativos muestran que la incorporación de mujeres a las aulas no ha derivado aún en una presencia equitativa en los cargos superiores de las cátedras y, menos aún, en el gobierno universitario”. 

Efectivamente, los números de Agronomía son sólo un ejemplo aislado. Lo cierto es que en la mayoría de las Facultades la representación femenina en cargos ejecutivos es mínimo, teniendo en cuenta que de los ingresantes a la UBA, el 61.1% son mujeres, mientras que el 38.9 % son varones; y el 60.6% de estudiantes son mujeres y el 39.4%, varones. En cuanto a los egresados UBA, el 64,1% son mujeres y el 35,9%, varones; en tanto que entre los docentes de nivel universitario, el 52,1% son mujeres y el 47,9% son mujeres. 

Existen por lo menos tres dimensiones para profundizar un proyecto de inclusión plena, vinculadas con la dinámica política de los campos de conocimiento, de la vida cotidiana en las instituciones y del acceso y ejercicio del poder formal” remarca Morgade y da cuenta del largo camino por recorrer: “La incorporación de las mujeres no ha derivado aún en una crítica epistemológica de las ciencias, en todas sus expresiones, tanto en las modalidades de construcción del conocimiento como en la lengua que se emplea en ese proceso y las categorías teóricas derivadas. Los conocimientos que se transmiten en las aulas así como los problemas y líneas de investigación. Otra dimensión de los pendientes de la polis universitaria desde la perspectiva de los feminismos se vincula con las prácticas de la convivencia en sus diferentes ámbitos.  La incorporación de mujeres a las aulas universitarias no ha eliminado los sentidos culturales que en la vida cotidiana llegan a legitimar diversas formas de discriminación y violencia fundamentadas en visiones de género patriarcales homolesbobitransfóbicas”. 

Paula Quattrocchi, también coincide en que aún queda trabajo por hacer, y más aún dentro del ámbito universitario: “Como mujeres de la Universidad, tenemos el desafío de gestionar para fomentar el diseño de sistemas de salud, educación y trabajo sensibles al género en los cuales se vea reflejada la representatividad  y al mismo tiempo se de respuesta a las necesidades de las mujeres y las niñas”. Para finalizar y acentuando el compromiso de cada una de las mujeres de la UBA, la secretaria de Relaciones Institucionales Cultura y Comunicación convocó a participar: “Así, cada 8 de marzo se convierte en una invitación activa a reflexionar sobre el lugar del rol de la mujer en la actualidad para seguir construyendo un entramado social que permita a todas y a cada una desarrollar su potencial y ejercer sus derechos”.