Ciencia
Grandes Maestros

MANUEL SADOSKY: EL PADRE DE LA COMPUTACIÓN ARGENTINA

jueves 31 de julio de 2025

Es considerado uno de los grandes maestros de la UBA. Padre de la computación y la matemática aplicada en la Argentina, impulsó la creación del Instituto de Cálculo y la carrera universitaria de Computador Científico. 

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Sadosky, un genio de las matemáticas y la computación

Hijo de inmigrantes rusos, Manuel Sadosky nació el 13 de abril de 1914 en la Ciudad de Buenos Aires y fue uno de los principales impulsores del desarrollo científico y tecnológico en la Argentina del siglo XX.

Se graduó como Doctor en Ciencias Fisicomatemáticas en la Universidad de Buenos Aires en 1940. Perfeccionó sus estudios en el Instituto Henri Poincaré de París en 1946 y 1947, becado por el gobierno francés, y en el Instituto del Cálculo de Roma, en 1948. En ese período fue testigo del surgimiento de las primeras computadoras y vislumbró sus enormes posibilidades.

A su regreso a la Argentina escribió Cálculo Diferencial e Integral, junto Rebeca Chereb de Guber, un libro que llegó para suplir la carencia de los libros sobre matemática superior escritos en español.

Su gran formación, junto con una fuerte vocación pedagógica, marcaría el estilo de su pensamiento: riguroso, humanista y profundamente orientado a la transformación de la realidad. Por lo que se constituyó en una figura clave del movimiento de renovación universitaria que buscaba vincular la ciencia con las necesidades del país.

Fue profesor de la Universidad de Buenos Aires a partir de 1955, primero en la Facultad de Ingeniería y luego en la de Ciencias Exactas y Naturales, llegando a ser vicedecano de esta última entre los años 1957 y 1966.

A partir de su iniciativa, la FCEyN creó el Instituto de Cálculo en 1957. Allí mismo, apenas tres años después, gracias a un subsidio del CONICET y con el apoyo de Bernardo Alberto Houssay y Eduardo Braun Menéndez, logró traer al país la primera computadora a una universidad latinoamericana, una Ferranti Mercury, apodada Clementina.

SADOSKY Y REBECA CHEREB de GUBER, CON CLEMENTINA

Entre 1961 y 1966 dirigió el Instituto de Cálculo, en el que, gracias a Clementina, y en el marco de la Universidad de Buenos Aires, se llegaron a realizar diversos proyectos de vanguardia que pusieron a la investigación al servicio de la resolución de problemas complejos de organismos y empresas públicas y privadas.

Bajo su gestión, promovió la carrera de Computador Científico en la FCEyN de la UBA, la primera de Latinoamérica, con la finalidad de comenzar a formar profesionales en ese campo.

Justamente, esa década que va desde 1956 hasta 1966 es la que, a juicio de Sadosky, fue la mejor para la ciencia en la Argentina: Durante esos años se creó el Estatuto Universitario, comenzó a desarrollarse la computación, hubo grandes progresos en biología y sociología, todos hitos que cambiaron a la Universidad. Aunque el golpe del 66 retractó completamente ese desarrollo, comentaría Sadosky, años después, en una entrevista televisiva.


El exilio y su retormo al país

Sadosky no concibió la ciencia como una actividad aislada del contexto social y político. Por eso, tras el golpe militar de 1966 y la violenta represión a estudiantes y docentes durante la Noche de los Bastones Largos, renunció a todos sus cargos en solidaridad con el movimiento universitario y se exilió en Montevideo, Uruguay. Allí continuó su labor académica en la Universidad de la República y en organismos internacionales, sin perder contacto con el pensamiento crítico ni con los debates sobre tecnología y democracia en América Latina. Como parte de su exilio también vivió en Caracas, a partir de 1974, donde trabajó en el Instituto Cendes de la Universidad Central de Venezuela y, desde 1979, en Barcelona, España, donde colaboró con el Museo de Ciencias de dicha ciudad.

Con el retorno de la democracia en 1983, fue convocado por el presidente Raúl Alfonsín para ocupar el cargo de Secretario de Ciencia y Técnica de la Nación, desde donde desplegó una intensa actividad orientada a la reconstrucción del sistema científico argentino, gravemente deteriorado tras años de dictaduras. Durante su gestión se llevó a cabo la democratización del Conicet y la creación de la Escuela Superior Latinoamericana de Informática, que brindó una educación de excelencia, aunque cerró luego de su desfinanciamiento, bajo el gobierno de Carlos Menem, en 1990.

En su función gubernamental, Sadosky promovió una visión integral de la ciencia como herramienta de desarrollo, fomentó la articulación entre universidades, centros de investigación y el sector productivo. “Queríamos tener un país más moderno y desarrollado del que habíamos conocido. Y para eso creíamos que la ciencia y la técnica eran el camino natural para tal fin, y así poder superar el modelo agro rural de la Argentina”, recordaría luego de su paso por el gobierno.

SADOSKY Y MILSTEIN, DOS GRANDES MAESTROS

Honores recibidos

En 1985 fue designado Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, a la que siguió vinculado, participando de diferentes comisiones y organizaciones. Y, en 2003, la Ciudad de Buenos Aires lo condecoró como Ciudadano Ilustre.

A lo largo de su vida, escribió varios textos fundamentales sobre matemática aplicada, cálculo numérico y educación científica, que fueron utilizados como manuales de referencia en múltiples universidades latinoamericanas. También participó en numerosas conferencias, asesorías y organismos científicos regionales, consolidando su figura como referente del pensamiento tecnocientífico en América Latina.

Manuel Sadosky falleció en Buenos Aires el 18 de junio de 2005, a los 91 años. Su labor fue reconocida con diferentes distinciones, y su legado está vivo en los científicos, tecnólogos y educadores que formó.

En su honor, el Estado argentino creó en 2009 la Fundación Dr. Manuel Sadosky de Investigación y Desarrollo en Tecnologías de la Información y la Comunicación, que promueve la articulación entre el sistema científico tecnológico y la estructura productiva en el ámbito de la informática y las telecomunicaciones, como un mecanismo de desarrollo del país. 

“Lo más importante que se puede legar a la generación siguiente es una educación adecuada para prepararla para lo que va a venir. Porque si uno se limita a transmitir conocimiento y no da el aspecto innovador y la posibilidad de cambiar y de incorporar nuevos conocimientos, entonces no hay futuro”, sostenía el reconocido catedrático.