La falta de higiene, el manejo inadecuado de residuos, el mal almacenamiento de productos alimenticios y el desorden ambiental son los principales factores que favorecen la proliferación de esta especie, generando problemas de salud pública con alto impacto económico y sanitario.
Ratas buscando un refugio
En las principales ciudades del mundo los roedores se han convertido en un problema creciente que trasciende lo sanitario y afecta también lo urbano y lo social. En Nueva York, París, Londres o Buenos Aires, por ejemplo, encuentran un ambiente ideal por la abundancia de desechos y refugios, se multiplican rápidamente y generan un gran desafío para las autoridades estatales. No solo implica riesgos de transmisión de enfermedades, sino que deteriora la infraestructura pública y provoca malestar en la población.
Antes, una aclaración a nivel técnico: no todos los roedores son considerados una “plaga”. Para la Dra. Olga Suárez, directora del Laboratorio de Ecología de Roedores Urbanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, sobrevuela una creencia equivocada, ya que en realidad ese criterio solo se cumple bajo ciertas condiciones específicas y, además, no todos tienen esa capacidad.
Explica que de las 2000 a 2500 especies existentes en el mundo, solo entre un 5 y un 10 por ciento son calificadas como “plaga”. Y las más problemáticas son las denominadas comúnmente como “roedores comensales”. Este grupo incluye a las ratas (Rattus norvegicus o “rata noruega” y Rattus rattus o “rata negra”) y al ratón doméstico (Mus musculus).
“A pesar de representar una fracción muy pequeña, tienen un impacto económico y sanitario desproporcionadamente grande debido a su estrecha asociación con las actividades humanas y su alta capacidad reproductiva. Esto ocurre cuando encuentran abundante comida, refugio y pocos depredadores naturales. Cuando se dan estas condiciones favorables, sus poblaciones crecen de manera descontrolada y es entonces cuando pueden empezar a causar problemas: dañan cultivos, contaminan alimentos, transmiten enfermedades o deterioran infraestructuras”, remarca Suárez.
La rata noruega, la rata negra y el ratón doméstico son de origen asiático y presentan una distribución cosmopolita debido a su capacidad de dispersión asociada a las actividades humanas: “Se identifican principalmente por diferencias de tamaño, ya que las ratas son considerablemente más grandes que el ratón. La longitud corporal de las ratas es de 12-25 centímetros (sin incluir la cola) y su peso es de 200-500 gramos, mientras que la longitud corporal de los ratones es de 7-10 centímetros (sin incluir la cola) y su peso es de 15-25 gramos”.
En cuanto a sus comportamientos, la especialista detalla: “La rata noruega es hábil para cavar, nadar y saltar, construyendo sus madrigueras en el suelo, preferentemente cerca de cuerpos de agua. La rata negra, también llamada ´rata del tejado´, es más ágil que la noruega y excelente trepadora, prefiriendo lugares elevados como cables y techos por los cuales se desplaza. Por último, el ratón doméstico, aunque puede encontrarse en espacios abiertos de la ciudad junto con las ratas, selecciona preferentemente las viviendas humanas”.
Aunque los “roedores comensales” colonizan distintos nichos ambientales, los tres mencionados anteriormente conviven sin inconvenientes en la ciudad, dependiendo exclusivamente del hombre para obtener alimento y refugio, por eso son tan exitosos en las grandes urbes. “Además, en la Ciudad de Buenos Aires también habitan otras especies de roedores nativos que, a diferencia de los ´comensales´, son silvestres que prosperan en ambientes ribereños y áreas vegetadas con mínima o nula intervención antrópica, como en Reservas Ecológicas y espacios verdes periurbano”, advierte Olga.
Otro detalle a tener en cuenta es que, según la especialista, las inundaciones y las grandes lluvias, en general, no hacen que los roedores se vuelvan endémicos. Al contrario, estos fenómenos provocan su dispersión y aumento significativo de su población en las zonas afectadas. “Los roedores se ven forzados a abandonar sus madrigueras (generalmente subterráneas) en búsqueda de zonas más altas y seguras, lo que los acerca a áreas más urbanizadas. Su alta tasa de supervivencia en estas situaciones se debe a que son muy buenos nadadores, de hecho, existen registros de desplazamiento de hasta 2,5 km. Además, las inundaciones dejan a su paso una gran cantidad de escombros, basura y fuentes de alimento, creando un ambiente ideal para que se reproduzcan. Esto permite que las poblaciones de roedores que sobrevivieron aumenten rápidamente en número”, detalla Olga.
Como consecuencia, el aumento de la población y el contacto con los humanos incrementa el riesgo de transmisiones de enfermedades, en particular la leptospirosis, que es causada por una bacteria que tiene a las ratas como reservorio y se propaga a través de aguas y ambientes contaminados con la orina y las heces de roedores infectados. En el listado también figuran el hantavirus, la coriomeningitis linfocítica, la toxoplasmosis, la salmonelosis y la peste bubónica, entre otras.
La transmisión de múltiples patógenos -incluye virus, bacterias y parásitos- puede ocurrir a través de mordeduras o contacto con secreciones de roedores infectados, pero también por consumo de alimentos o agua contaminados con orina o heces de roedores infectados. Esta vía de transmisión indirecta muestra la importancia de mantener estrictos protocolos de higiene en los lugares en donde se procesan o almacenan alimentos, así como realizar el mantenimiento y la limpieza periódica de los tanques de agua en las viviendas y establecimientos públicos.
“Los patógenos también pueden acumularse en espacios cerrados, como depósitos de alimentos o sótanos con poca ventilación. Estos aerosoles contaminados permanecen activos incluso después de que los roedores hayan abandonado el lugar, representando un riesgo al ser inhalados por personas que ingresan sin protección respiratoria adecuada. En espacios abiertos, el riesgo de contraer enfermedades transmitidas por roedores es menor debido a la reducción del contacto directo y porque algunos patógenos mueren relativamente rápido al aire libre. Sin embargo, otros patógenos (leptospira y salmonella) pueden permanecer infecciosos durante semanas, especialmente en condiciones ambientales favorables, lo cual justifica la implementación de medidas de desinfección y control ambiental incluso en ausencia visible de roedores”, remarca la Dra. Suárez.
De acuerdo a la especialista, es importante considerar que, cuando se hace un procedimiento de desratización, las pulgas, garrapatas y ácaros -que parasitan a los roedores-, buscan nuevos hospedadores, incluyendo humanos y animales domésticos. Por eso, es necesario la aplicación de insecticidas específicos para el control de ectoparásitos en las áreas donde se han empleado rodenticidas, especialmente en espacios cerrados, recomendándose el uso de productos con efecto residual prolongado.
En este sentido, algunas de las recomendaciones que comparte Olga son: “Reparar aberturas mayores a 6mm en la vivienda o el establecimiento, ya que por ahí pueden ingresar los roedores, tapar con cemento o alambre tejido. Colocar burletes bajo las puertas que dan al exterior, de ser necesario. Almacenar los alimentos en recipientes herméticos (metal o vidrio); no dejar restos de comida durante la noche (incluida la de las mascotas); usar contenedores de basura herméticos y sacar la basura no antes del horario de recolección. Podar las ramas de árboles que puedan estar tocando el techo, ya que las ratas se desplazan por los cables y pueden acceder a las viviendas a través de las ramas".
A fin de cuentas las autoridades de salud son las responsables de la vigilancia epidemiológica, lo que significa que deben realizar el seguimiento de los casos (detección de nuevos o sospechosos) y el monitoreo de las zonas de riesgo. Además, son encargadas de capacitar al personal de salud para que puedan identificar rápidamente los síntomas de las enfermedades; establecer protocolos para el manejo y tratamiento de los pacientes e informar a la población sobre riesgos y medidas preventivas.
Mientras que las autoridades municipales, en tanto, son responsables de implementar programas de desratización en áreas de riesgo; la recolección de residuos y limpieza de drenajes y alcantarillado. En el caso específico de la leptospirosis, la desinfección post-inundaciones y la coordinación con autoridades sanitarias y la comunidad para desarrollar e implementar planes integrales de prevención.
“Se recomienda implementar el Manejo Integrado de Plagas (MIP), estrategia reconocida internacionalmente que combina diversos métodos y técnicas de control de forma coordinada. Su objetivo es mantener las poblaciones de organismos potencialmente problemáticos por debajo del umbral en el cual se convierten en plagas, es decir, antes de que representen riesgo sanitario o económico, priorizando la reducción del uso de sustancias tóxicas y minimizando el impacto ambiental. El MIP se basa fundamentalmente en la modificación del ambiente para hacerlo menos favorable para las plagas, eliminando las condiciones que facilitan su establecimiento y reproducción. Esta metodología representa un cambio fundamental porque se pasa de metodologías basadas en el control químico reactivo a una gestión proactiva, ecológica y sostenible. Específicamente en el caso de roedores, el MIP permite mantener las poblaciones bajo control de manera efectiva mientras se protege la salud humana y el ambiente, resultando en soluciones más duraderas y económicamente viables”, concluye la directora del Laboratorio de Ecología de Roedores Urbanos de la UBA.
CLASIFICACIÓN DE ENFERMEDADES
SEÑALES QUE EVIDENCIAN EL PELIGRO DE UNA INFECCIÓN
Es importante destacar que los roedores suelen marcar con orina y heces las fuentes de alimento para identificarlas como señal para otros miembros de la colonia, por lo cual es frecuente encontrar excrementos cerca de los alimentos roídos.
RECOMENDACIONES PARA EL DESCARTE DOMICILIARIO DE UN ROEDOR
Si la presencia del roedor es en una institución (escuela, hospital, oficina pública, etc.), se recomienda seguir protocolos institucionales específicos y coordinar con servicios de control de plagas profesionales.
MEDIDAS DE PREVENCIÓN PARA LOS ANIMALES DOMÉSTICOS